Monday, May 18, 2009

Ivo Milazzo

Milazzo ha sido uno de los maestros que más he podido admirar en el mundo de las viñetas.
Poseedor de una maravillosa elegancia, de un trazo suelto, abierto y generoso, que no escatima vigores y rotundidades cuando procede, y que permite al lector el regalo de acercarse a su dibujo con la feliz complicidad de quien "culmina" mentalmente con el autor unos trazos que no terminan de resolverse en la página, sino más bien en la mente de cada uno de nosotros, es Milazzo uno de esos autores de difícil comparación. Un artista pleno de sabiduría, con unos principios de dibujo que, entroncando directamente con la asimilación de un pasado que podríamos denominar clásico,ha sabido desarrollar hasta convertirlos en algo nuevo y muy personal.

De su personaje más conocido, Ken Parker, subo algunas portadas que hablan a la perfección de las dotes que adornan la mano de este maestro.


















Menos conocido, pero igualmente extraordinario, es el álbum titulado "Marvin, el detective".
De esta obra, van aquí las primeras páginas.











Y entresaco, del resto del tomo, un par de páginas que son una belleza, además de una ínfima muestra de viñetas.
La capacidad de síntesis que Milazzo alcanza en algunos cuadros es verdaderamente admirable. Despojado de todo lo superfluo, el dibujo llega a alcanzar una expresión casi poética.












Realizar aquí una antología del trabajo del maestro Milazzo se antoja casi imposible.
Valga esta diminuta muestra para asomarse a su portentoso dibujo a lo largo de tantos años. Un dibujo plagado de maravillas, que está vivo en los ojos y en la mente de aquellos que no han dejado de degustar una y otra vez sus páginas con enorme deleite y agradecimiento.

Thursday, February 19, 2009

Camiseta Watchmen




Para los más fans de este mítico cómic.
Ahora, podéis conseguir esta magnífica camiseta conmemorativa, en la que se hace referencia al inminente estreno de la adaptación al cine.
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¡ Y dáos prisa si queréis lucirla el mismo día en que acudáis al cine!

Wednesday, December 24, 2008

Christmas



No soy bueno deseando felicidad.
Mi carácter fatalista me impele a dejarme llevar por ese lado de mi persona que lo ve todo bastante oscuro y con un punto de escepticismo seguramente demasiado acentuado.
Aún así, sepan ustedes que espero que les vaya todo lo mejor posible, es decir: que coincida con lo que ustedes hayan previsto para estas fiestas y para este próximo y complicado (ya me dejo llevar de nuevo...) año que nos acecha (y dale...).

Un abrazo!

Saturday, July 19, 2008

Tintín, ese energúmeno...

Grande es la fama de Tintín! Enorme el cariño que le profesan chicos y grandes!
A la estación acuden a despedirle, arrobados por la simpatía y la campechanería de este indómito viajero, que allá por donde pasa, deja muestra fehaciente de un comportamiento admirable, digno, ejemplar.
¡El Congo, nada menos, es ahora su destino!



¡Si es que ya, en el barco con el que atraviesa los mares, deja claro que es un ser sensible!
¡Y el propio perrito Milú, tan listo él, ya se da cuenta de ello, mientras pasea por entre el bonito equipaje de su gentil amito!



Y hay que ver el rostro demudado del chico del tupecito ante el padecimiento de su pequeño compañero. ¡Si es que parece que están a punto de saltársele las lágrimas, de lo mucho que el sufrimiento animal le trastorna, oiga!



Indescriptible es la llegada a puerto africano. El desembarco...¡Apoteósico!
¡A hombros lo transportan, ahí es nada! ¡Qué jolgorio, qué alborozo! ¡Fiesta se declara, tal es el alcance de las conocidas hazañas del pelirrojo hombrecito!



Para ocuparse él de cosas más importantes, un pequeño nativo contrata. Como acompañante, dice. No sabemos si la paga del pequeño consiste en abalorios, baratijas varias o un tarro de brea. Pero, ¡qué digo! ¡Cualquiera daría lo que fuera por acompañar al admirado héroe! ¡Qué suerte la del pequeño africanito!



Enseguida queda claro el cometido de cada cual.
Y así, como quien da un paseo por el parque, el valiente se enfrenta a su misión.
Grande es su arrojo, templados sus nervios cuando, despreciando el peligro, se apresta a abatir a un peligroso habitante del país que ahora visita.
¡Ah, señores! ¡Esto es valor!






¡Qué pareja, oigan! ¡Simpatía a raudales! Unos tíos hechos y derechos, eso es lo que son! Y es que, el chico éste, lo mismo le da para el pelo a una manada de gamos, que le canta las cuarenta a algún despistado monito. Hay que ver, si no, cómo responde el chicuelo ante el cruelísimo jugueteo del malvado monicaco.



¡Toma! ¡Y por la espalda, para que te enteres, tú! ¡Pues qué te has creído!
Y, para que se vea lo sutil y el gracejo de este mozo, no se le ocurre otra cosa que desollar ahí mismo al estúpido mono, que, fíjense, ni sangre tiene, de lo poco sensibles que son estos bichos, que es cosa bien sabida. ¡Uno menos, hala! ¡Así ya no asustarás a ningun turista más! ¡Y me pongo la piel por montera, para rescatar al pobre, pobre perrito!




¡Y le funciona el truco y todo! Si es que, a nuestro héroe, nadie le ha de negar un uso inaudito del cerebro, que ha de ser, digo yo, superior al del resto.
Y, puesto que el pequeño negrito parece dudar, nosotros sentimos la necesidad de aclararle: ¡No, hombre, no! ¡No es un mono, el mozalbete! ¡Vas a comparar!



En su apasionante periplo, provoca un accidente. Los lugareños, pobres, dan la vieja tetera por perdida. Pero, he aquí, que el célebre reportero, con su proverbial sabiduría, da con la solución, esto es: todos a empujar, que yo dirijo el asunto. ¡Vamos, muchachos! ¡No se me quejen, que esto está hecho! ¡Hala, un poco más de fuerza! ¡Aaaaaarriba! Yo les guío, no se preocupen. Un poco a la derecha....oooops! ¡Listo!
¿No se lo dije?




Que luego es que se lo vuelven a cargar en palanquín, como si un rey fuera, oiga. Y es que no hay palabras de agradecimiento que basten. ¡Qué afecto, qué cariño sin límites! ¡Qué silencioso respeto!



Y es que, como monarca, letrado o juez, hay que ver qué gran labor realizaría este mozuelo. Uno es que se maravilla de la sabiduría con que administra justicia aquí y allá, nuestro joven periodista. ¡Y lo contentos que se van los dos negritos, oye! ¡Gracias a los dioses que tenemos aquí a este insigne turista! ¡Vamos! ¡Qué haríamos sin él!



Y qué buena pareja hace con el enviado del cielo. ¡Si es que son tal para cual!
Apasionante, la cacería, dice el afable padre. ¡Sobre todo para el elefante! ¡Nada, nada! ¡Se tratará de algún bicho maligno que el Señor le ha dado instrucciones de eliminar!
¡Pues , ea! ¡A ello!




Y se resiste, el malandrían. ¡Por un tirito de nada! ¡Ah, la ingratitud...! ¡La ignorancia! ¿Acaso no sabe este animalejo con quién se las tiene que ver? ¡Hay que darle una lección!
Y, ojo. Que lo de disparar por la espalda es algo que el mocetón tiene muy a mano. Y es que no es cosa de darle, encima, ventaja, a tan taimada alimaña. ¡Hombre! ¡Hasta ahí podíamos llegar!



¡Hala! ¡Ahí te quedas! Pues, ¿qué te habías pensado? Y, para que veas, me llevo tus colmillos. Así no harás más daño. Sobre todo, a ningún amable turista armado.¡Bestia dañina!

Y, vaya, es que este chico, animalito que ve, ¡zas!, trofeo con el que sueña. ¡Si es que no descansa en su noble afán de adecentar la sabana, amigos! ¡Que está todo tan desordenado y lleno de bichejos que menos mal que ha venido él para hacer limpieza!



¡Ay, qué risa! ¡Qué sutilezas, qué maneras tan dicharacheras las de este chiquillo!
¡Pues no ha reventado al bichejo de un plumazo! Desperdigados están sus sesos, intestinos y vísceras por todo el terreno, para servir de escarmiento. ¡Hala! ¡Qué ya es hora de que aprendan quién manda aquí!

Tampoco el búfalo, que pace sin duda tramando alguna insidia, ha de librarse de la visita del temerario.
Aquí sí que ya, nuestro jovial camarada, ha de poner en juego toda su envidiable sapiencia. ¡Y es que el animalejo, oigan, se empeña en no dejarse abatir!
¡Qué manía la de estos seres!
¡Pues no hay más que hablar! ¡A grandes males, grandes remedios!


¡Dicho y hecho! ¡Le espachurró los sesos! ¡Jueguecitos a mí..!
¡Qué bárbaro! ¡Y, encima, ha de aguantar el malhumor de la familia del defenestrado!
¡Si es que no tienen sentido del honor, ni del humor...! ¡Mejor nos vamos del país! ¡Ya he tenido bastante!
Eso sí: ¡Qué ríos de admiración deja en el atrasado país el intrépido aventurero!
¡Qué espejo sin par en el que mirarse! ¡Qué ejemplar senda a seguir la suya!
¡Qué hombre del presente, qué mito del mañana! ¡Así se forjan las leyendas!
¡Viva Tintín! ¡Viva! ¡Vivan Tintín y Milú!
¡Hasta siempre, amigos!


Wednesday, June 04, 2008

Richard Corben




No podemos asegurar con certeza que, como dice el célebre tango, 20 años no sean nada.
Sin embargo, una cifra más alta, como la de los 40 años de los que hablamos, se nos puede antojar ya, bien mirado y sin duda alguna, palabras mayores.

Si hablamos de un campo como el del cómic, en el que mantenerse en buena forma no está, seguramente, al alcance de la mayoría de autores, tal cifra de permanencia y vigencia adquiere proporciones importantes, que nos hacen volver la mirada hacia ellas con respeto y admiración.

En el caso que nos ocupa, el del a menudo presentado como “mocetón de Kansas” en las ya lejanas, legendarias e irrepetibles revistas Toutain, tales consideraciones se vuelven indudablemente ciertas, al encontrarnos con uno de esos casos de sana longevidad en el medio.

Las razones del éxito de Richard Corben, cuyo concepto del dibujo y, claro está, del color, supusieron en su momento una no pequeña revolución para los ojos del aficionado medio, habría seguramente que buscarlas, además de en sus tan peculiares propuestas visuales, en la predisposición de un notable talento a la hora de enfrentar el hecho narrado, la puesta en viñetas de una historia, la continuidad.


Will Einer, con quien le unía una gran amistad, hablaba a comienzos de los setenta en estos términos de la valía del, entonces, joven Corben:

“Es curioso su arte. A simple vista, uno exclama: ¿Qué infantilismo es éste?. Porque sugiere el boceto de un niño, las primeras pinceladas de un aficionado. Pero, ¡Ah! Como Richard Corben hay pocos dibujantes. Y esa es la lástima. El estilo de este consumado artista es inconfundible. Sus figuras desgarbadas y grotescas son una maravilla de contenido y soltura. Dibuja como un niño, pero con mente de adulto entrenado en la penosa y empinada pendiente de la ilustración gráfica.”


La historia que subo aquí fue (deficientemente) reproducida en las páginas del número 6 de la revista Spirit, de Garbo Editorial, allá por los años setenta, y es una curiosa muestra de las cualidades de dibujo que han acompañado a este autor a lo largo de su carrera.


Sirva esta sencilla entrada como merecido reconocimiento al trabajo de Corben en el mundo del cómic.